Abarcar toda la obra de Bernardo Trevisano nos llevó muchísimos meses de ardua labor. No sólo una mera traducción consistió estos muchos opúsculos que engloban la obra de este adepto, sino muchas horas meditando de lo que este hombre enseñaba. En efecto, El Trevisano fue un hombre que coronó la Piedra Filosofal a los 74 años , tras muchísimos años perdidos con sofistas y con alquimistas fraudulentos. Bernardo , nos dice que trabajó con diversidad de materias, con sal marina disolviendo y coagulando, con mercurios, con minerales y metales, y al final, se dio cuenta que estaba lejos de la verdad y que con lo que debía trabajar era otra cosa. Es probablemente el libro que mejor trata el Espíritu Universal pero desde su negación cuando dice:
Acércate, hijo de la ciencia; ven y absorbe de mí el tesoro de esa sabiduría que contiene la verdadera sustancia de la Piedra de los Sabios. Aprende, primero, que nuestra sustancia no debe buscarse en ese espíritu universal que está contenido en todo lo creado. Es imposible para los mortales alcanzar un punto tan elevado; y muchos yerran groseramente al imaginar que es posible obtener para sí mismos una porción de este espíritu universal que, conteniéndolo todo, no está determinado por nada en particular.
Lo mismo cuando refuta el rocío y explica en realidad la falsedad de buscar en dicha materia el Sujeto del filósofo. Este libro es extraordinario porque contiene muchas enseñanzas y los principios de la magna Ciencia oculta. A la vez, contiene un texto que podría ser la base de enseñanzas de donde el propio Bernardo El Trevisano abrevó su conocimiento para completar la Gran Obra. Dispone de un prologo sesudo de un erudito que trabaja en el MIT. Sin más, los dejo con este trabajo de traducción invaluable y que, sin duda, de todos es mi predilecto.
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