Esta obra que tiene en su poder reviste de una sencillez que enseguida nos cautiva. Nos habla de las viejas historias, las leyendas de unicornios, de la naturaleza siempre como protagonista, y se percibe en la prosa la mano de una mujer sensible detrás. En su visión e intuición femenina nos revela algo que hasta ahora – salvo contados casos – era dominio de los hombres: la alquimia metálica con el oro vulgar. Con justo razón, la autora propone que todo el asunto siempre estuvo en el oro y como volverlo una sal, entonces sospecha que a través del descubrimiento de los ácidos, para dicho fin, se puede lograr espiritualizar al oro, hacerlo extremadamente fino, y poder luego elevarlo a la dignidad de la Piedra Filosofal. Como evidencia de sus afirmaciones nos enseña, al final, unas piezas de estaño y plomo transmutadas por el poder de su Piedra. Este texto fue traducido del original en Danes, a cuyos escasos ejemplares pudimos acceder.
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