
La idea de traducir los manuscritos más antiguos de alquimia, desde sus fuentes originales, se debiĂł a que mayormente los traductores - salvo la honrosa excepciĂłn de Santiago Jubany - no son alquimistas y se encuentran errores irremediables en su lectura. Decidimos con un amigo y experto en lenguas, conocido como Mejnour, abocarnos a la tarea de traducir todos aquellos tratados que nos gustarĂa tener en nuestra biblioteca hermĂ©tica.
El resultado son estos libros, que poco a poco, irá incrementando su fila. Todos absolutamente se editan en papel. Y todos son traducidos por nosotros, y muchos cuentan con comentarios de Mejnour que hacen más rica su lectura.
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