El azufre del oro no es otro que el aceite del oro. Lo primero que hay que hacer para fabricar un aceite metálico es tener el oro puro de 24 kilates el cual deberá ser retrogradado hasta convertirse en un mineral.
Retrogradar es lo que nos sugiere la Cadena Dorada de Homero, no importa con el menstruo que se haga, con tal de volver el metal a su estado primigenio. Es la forma en que le quitamos las capas y llegamos al nĂşcleo del metal.
Mientras más desnudo lo dejemos más sencillo será llegar a su centro, de manera tal que pueda morir y podamos sacar su alma.
El alma no es otra cosa que el aceite, nos dice el Corpus AlquĂmico. Cuando se lo arrebatas le sacas la vida que subyace en sus profundidades.
Pues bien, dijimos que es importante convertir el metal en mineral, o sea, retrogradarlo, para ello asegĂşrate que el oro sea de 99.99% de pureza.
Nuestro Rey (oro) se sumerge en su baño, que no es otro que el formado por ácido nĂtrico y ácido clorhĂdrico, es decir, Agua Regia.
El oro se disuelve lentamente en el Agua Regia, coloreándola de amarillo ámbar.
En apariencia, el metal desaparece en las aguas y no se ve más. Pero mediante el uso del aceite de tártaro por deliquium, uno es capaz de volver a verlo.
Este aceite de tártaro se obtiene exponiendo las sales de las cenizas al aire, o el tártaro de los viñedos, próximo al plenilunio y dejando que se forme un aceite denso y pesado. Cuando se echa este aceite se precipitará el oro en polvos que caen en el fondo.
Tras esta precipitaciĂłn, se decanta el Agua Regia, se recolecta el oro y se lo lava con agua dulce o destilada. El polvo precipitado tiene un color pardo, y está lejos de ser el oro metálico que conocĂamos.
Este precipitado, una vez lavado, se vuelve a echar en una soluciĂłn de nueva Agua Regia y se disuelve de nuevo para dividirlo todavĂa más. Una vez disuelto, de nuevo se precipita como antes, se recolecta, se lava, y se desecha el Agua Regia.
Este proceso lo debemos repetir varias veces. 3 o 4 estarĂa bien.
En cada disoluciĂłn y precipitaciĂłn nuestro oro cambia molecularmente y sus partĂculas se vuelven más pequeñas, lo mismo que el color del precipitado cambia. Debemos llegar a que el precipitado sea de un color blanco, una Calx de oro fino, como algunos suelen llamarlo. O los huesos del Rey.
Una vez tenemos ese polvo blanco de oro, se le añade Agua Regia y la soluciĂłn se teñirá de verde. Este lĂquido se hierve y se calienta a reflujo y luego se deja enfriar. Al enfriarse lentamente sucede algo fabuloso y es que en el matraz emergerán brillantes cristales verdes de oro mineralizado. Este es el famoso LeĂłn Verde, el Rey de los metales coloreado de verde.
Una vez tenemos este LeĂłn Verde debemos unirlo a un espĂritu de un metal para extraer definitivamente el alma, su aceite. Usted se preguntará que es esto del espĂritu de un metal.
De la misma manera que en el reino vegetal el espĂritu del vino por ejemplo es el alcohol, su mercurio vegetal, lo mismo sucede en el reino metálico. Solo que es más engorroso y debemos enfocarnos en la vĂa de los acetatos para hacerlo y obtener nuestro Alcohol metálico.
Este camino del acetato lo pueden ver explicado en mi libro Los Frutos de la montaña de los FilĂłsofos, y fue originalmente difundido por Isaac Hollandus, George Ripley, entre otros muchos. Algunos pasaron años intentando llegar a la Piedra a travĂ©s de esta vĂa, como Jean Dubuis, entre otros, pero no conduce a eso.
Cuando se trabaja con un metal no debemos olvidar que estos procesos se crearon bajo la base de que los metales, asĂ como los vegetales o animales, tenĂan un alma y un espĂritu. AquĂ les dejo la forma de elaborar este alcohol metálico, necesario para lo que sigue: click aqui.
EL ALMA DEL REY
Una vez tenemos este LeĂłn Verde y el EspĂritu Metálico puro todo lo que resta hacer es unirlos. El alcohol metálico se vierte en un matraz repleto de los cristales verdes y se sella y se deja en digestiĂłn. Apenas entra en contacto con el espĂritu, los cristales se disuelven y se vuelven efervescentes.
La solución se tiñe de un rojo intenso enseguida. Si no sucede, es que algo no fue bien hecho.
Tras unos dĂas en digestiĂłn se puede comenzar a ver polvo de oro, de color dorado y brillante, que se va precipitando en la soluciĂłn y cae al fondo del matraz.
DespuĂ©s de unas semanas, todo el oro se habrá caĂdo y la tintura de color rojo oscuro del aceite de oro estará flotando sobre su cuerpo resucitado.
EL ACEITE Y SU LAVADO
La tintura roja del oro se decanta de su cuerpo precipitado dentro de un tren de destilación para destilar el alcohol metálico, que se recolectará y se podrá guardar para usarlo para futuras extracciones.
En el matraz de calentamiento quedará el aceite puro de oro.
Se le echa espĂritu de vino rectificado para eliminar cualquier espĂritu metálico residual y quitarle la acidez. Luego, se destila suavemente el aguardiente vegetal y se reserva para futuras extracciones.
Luego se vuelve a añadir más espĂritu de vino fresco, el cual se teñirá y el espĂritu de vino se destilará hasta el final.
Esto se lleva a cabo en tres ocasiones, hasta tener el aceite de oro espeso y resinoso en el fondo de nuestro matraz de calentamiento.
Por Ăşltima vez se mezcla con espĂritu rectificado de miel, se embotella y se sella hermĂ©ticamente. Ya está listo para su uso.
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