ENS de Melisa





Del libro Ars Alchemicalde Gary St. M Nottingham

TraducciĂłn : Roark Rhoend 

Este Ens facultarĂ­a la regeneraciĂłn en la persona segĂşn se desprende de varias crĂłnicas antiguas. Sin embargo, los mĂ©todos que encontramos son los practicados por Dubuis y que segĂşn varios alquimistas , no sirven para lo buscado. Probablemente la soluciĂłn sea diluir la planta en SM puro o Parergon, o el autĂ©ntico alkahest.

En primer lugar, debemos utilizar carbonato de potasio para producir una lejĂ­a para el trabajo, que se puede adquirir a travĂ©s de una casa de suministro de productos quĂ­micos. Si hace esto, entonces el “carbohidrato de olla” debe asarse durante una hora, disolverse en agua de lluvia destilada y evaporarse suavemente para recuperar las sales. Luego se puede utilizar para este trabajo; tambiĂ©n se puede utilizar la sal del sarro del vino con la que hemos trabajado previamente, o podemos utilizar las sales extraĂ­das de las podas de vid calcinadas que son la opciĂłn preferida para usar siempre que sea posible. Las sales se dejan afuera en un plato de vidrio durante la noche y se llevan adentro antes del amanecer. Es posible que tenga que hacer esto durante varias noches, ya que las sales se convertirán en un lĂ­quido muy cáustico, por lo que no lo acerque a ninguna área sensible de su cuerpo, como los ojos por ejemplo, ya que se quemará. El momento Ăłptimo para hacerlo es en los meses de marzo, abril o mayo durante una luna creciente. El lĂ­quido resultante se conoce como Oleum Tartari…es decir, el aceite de sarro. El aceite de sarro se limpia de todo lo que ha caĂ­do en Ă©l y de las sales vertidas que puedan quedar; no queremos estos, ya que tendrán un efecto adverso sobre el Ens que estamos creando. El aceite se coloca en un matraz y se sella, sin embargo, debido a la naturaleza cáustica del aceite, marcará la cristalerĂ­a a medida que se graba en la superficie. 
En el dĂ­a y la hora de JĂşpiter, y despuĂ©s de seguir el debido protocolo, el alquimista cosecha un puñado de hojas de bálsamo de limĂłn que luego se reducen rápidamente a una pulpa; esto se puede hacer en un liquidador que producirá una hierba muy finamente cortada. Sin embargo no perdamos el tiempo ya que la vitalidad de la planta se irá evaporando y no queremos perder esto. Las hojas deben ser reciĂ©n recogidas para esta operaciĂłn del arte y no secas. Cuando las hojas se añaden al Ăłleum tartari, tambiĂ©n debemos agregar un poco más de carbonato de potasio para contrarrestrar cualquier humedad de las hojas frescas. Selle el matraz y colĂłquelo en un lugar oscuro y cálido durante 24 horas, no más de 48 horas, ya que no queremos que se extraiga demasiado de los azufres de la planta en este trabajo. Tradicionalmente, el lĂ­quido se filtra del material vegetal , pero el problema ahora es que parte del Ens se pierde a medida que se adhiere al material vegetal porque ahora está flotando sobre la superficie del Ăłleum. En cambio, el artista puede recoger las hojas del matraz, agitar un poco y tratar de desalojar cualquier Ens que se haya adherido al material y, con suerte, reducir cualquier pĂ©rdida. 
Sin embargo, con Ă©xito tambiĂ©n pasĂ© a la siguiente etapa del trabajo y simplemente dejĂ© el material vegetal en el Ăłleum y vertĂ­ nuestro mercurio sobre el material a la profundidad de dos dedos: es una buena idea secar el mercurio primero dejándolo reposar sobre los carbohidratos de la olla durante unas horas para absorber el agua que pueda estar presente en Ă©l. Esto flotará en la parte superior del Ăłleum, aunque esto no es ideal, funciona, aunque tambiĂ©n recolectará algunos de los azufres de la planta que pueden estropear el trabajo. El mercurio se deja en el Ăłleum durante 24 a 48 horas; ahora se convierte en un color verde esmeralda a medida que absorbe el Ens. 
En mi experiencia con este trabajo, a menudo en este punto, si el mercurio se decanta del óleum mediante el uso de una pipeta (lo que limitará cualquier pérdida de nuestro material) el Ens se convierte en un verde profundo brillante. Si un tubo de ensayo que contiene algunos de los Ens se mantiene hasta una luz fuerte, este verde es muy pronunciado, pero si luego lo miras desde un ángulo diferente con la luz que brilla a través de él, lo verás como un púrpura granate profundo. De hecho, si dos personas lo miran al mismo tiempo y con la misma luz pero desde diferentes ángulos, ambos verán diferentes colores como he descrito. El Ens debe destilarse suavemente de modo que se evaporen dos tercios del mercurio; si esto se recoge, se puede volver a agregar a la mezcla de óleum para absorber más material Ens y volver a destilar, por lo que produciremos un producto altamente concentrado. El Ens debe tomarse como 10 gotas en agua o vino al día durante dos semanas y los efectos deben notarse sobre el cuerpo y los sueños de uno.



Con otro método propuesto usando nuestro fuego secreto



OTRO PROCEDIMIENTO:



Esta versiĂłn del Primum Ens proviene del mĂ©dico alemán, teĂłsofo y alquimista, Franz Hartmann (1838-1912). 

 "Tomar media libra de pue carbonato de potasa y exponerlo al aire hasta que se disuelva (atrayendo agua de la atmĂłsfera). Filtrar el fluido, y poner tantas hojas frescas de la planta melisa en Ă©l como sea posible para que el fluido cubra las hojas. DĂ©jelo reposar en un vaso bien cerrado, y en un lugar medianamente cálido, por veinticuatro horas. A continuaciĂłn, se puede retirar el lĂ­quido de las hojas y este Ăşltimo tirarlo. En la parte superior de este fluido, el alcohol absoluto es vertido, de modo que cubra el anterior a la altura de una o dos pulgadas, se deja reposar por uno o dos dĂ­as, o hasta que el alcohol deje de un color verde intenso. A continuaciĂłn, este alcohol debe retirarse y conservarse y un alcohol fresco poner sobre la soluciĂłn alcalina, y la operaciĂłn se repite hasta que toda la materia colorante es absorbida por el alcohol. Este lĂ­quido alcohĂłlico se pone ahora a destilar, y se evapora el alcohol hasta que se convierte en el espesor del sirope, que es el Primum Ens Melissae; pero el alcohol que ha sido destilado y la potasa se puede utilizar de nuevo. La potasa lĂ­quida debe ser de gran concentraciĂłn y el alcohol de gran fuerza, de lo contrario se mezclarĂ­a y el experimento no tendrĂ­a Ă©xito"


También tenemos la receta de Paracelso mismo:

Toma celidonia o bálsamo;  batirlos hasta que se hagan pulsos, encerrarlos en un recipiente de vidrio hermĂ©ticamente sellado y colocarlos en estiĂ©rcol de caballo para que sean digeridos durante un mes.  DespuĂ©s separe lo puro de lo impuro, vierta lo puro en un recipiente de vidrio con sal disuelta, y dĂ©jelo, cerrado, al sol durante un mes.  Transcurrido este tiempo, encontrarás en el fondo un lĂ­quido espeso y la sal flotando en la superficie.  Separada Ă©sta tendrĂ©is las virtudes del bálsamo o de la celidonia, como son en su primera entidad;  y estos son llamados, y realmente son, las primeras entidades del bálsamo o de la celidonia. 

En el libro de las Fórmulas encontramos otra receta, más explícita, que amplia la de Paracelso:

En la estaciĂłn apropiada del año, cuando la hierba (bálsamo) está en su pleno crecimiento y, en consecuencia, sus jugos en todo su vigor, se reĂşnen en el momento más adecuado del dĂ­a (cuando JĂşpiter está saliendo y la Luna en Cáncer).  es aplicar a un aspecto de conjunciĂłn, sextil o trĂ­gono), una cantidad suficiente de bálsamo, limpiarlo y recogerlo;  luego colĂłquelo en un mortero de piedra, y con laboriosos golpes reduzcalo a una fina papilla.  Tome esta sustancia pegajosa y odorĂ­fera y pĂłngala en la cabeza de un cerrojo, que debe sellarse hermĂ©ticamente, colĂłquela en un estercolero, o en un calor suave equivalente, donde debe digerirse durante cuarenta dĂ­as.  Cuando se saque, la materia aparecerá más clara que nunca y tendrá un olor más rápido.  Luego separe las partes más gruesas, que, sin embargo, no deben desecharse.  Ponga este lĂ­quido en un baño suave, para que las partĂ­culas gruesas restantes puedan desaparecer perfectamente.  Mientras tanto, seque, calcine y extraiga la sal fijada de las partes más gruesas (que quedaron despuĂ©s de la separaciĂłn anterior), sal fijada que se unirá al licor cuando se filtre.  Luego tomar sal marina bien purificada, derretirla, y poniĂ©ndola en un lugar frĂ­o (delicuar), se disolverá y se hará clara y lĂ­mpida.  TĂłmese de ambos licores y mĂ©zclese bien, y habiĂ©ndolos sellado hermĂ©ticamente en un vaso adecuado, dĂ©jelos cuidadosamente expuestos al sol, en la estaciĂłn más calurosa del año, por unas seis semanas.  Al final de este espacio, el primum ens del bálsamo aparecerá nadando en la parte superior como un aceite verde brillante, que debe ser cuidadosamente separado y conservado.  De este aceite, unas pocas gotas tomadas en un vaso de vino durante varios dĂ­as juntos, harán esas maravillas que se cuentan de la Condesa de Desmond (*) y otras;  porque cambiará por completo los jugos del cuerpo humano, reviviendo el estado de descomposiciĂłn de la vida y restaurando los espĂ­ritus de la juventud perdida hace mucho tiempo. 


También un proceso interesante que podríamos compatibilizar con los anteriores es el de John French:

LA QUINTAESENCIA DE TODOS LOS VEGETALES Tome las especias, flores, semillas, hierbas, maderas que desee y pĂłngalas en espĂ­ritu de vino rectificado.  Deje que el espĂ­ritu se extraiga en la digestiĂłn hasta que no caigan más heces al fondo sino que toda su esencia se haya ido al espĂ­ritu del vino.  Al estar asĂ­ impregnado, verter un fuerte espĂ­ritu de sal y digerirlo en Balneum hasta que nade un aceite por encima del cual separar con un tĂşnel o sorteo del espĂ­ritu de vino en balneum El aceite quedará claro en el fondo, pero antes que el espĂ­ritu de vino  se abstrae, el aceite es rojo sangre y una verdadera quintaesencia. 




 El proceso lo pueden seguir en mi cuenta de Instagram, aqui un compilado:




Y para finalizar, la crónica más deslumbrante de la utilización de esta medicina o primer ser vegetal.

Lesebure, el médico de Luis XIV de Francia, que narraba unos experimentos de los que fue testigo:

“Uno de mis amigos másĂ­ntimos preparĂł el Primum Ens Melissae,
y su curiosidad no le permitió descansar hasta que vio con sus propios ojos el efecto de este arcano, para asegurarse de que lo que contaban de sus virtudes era cierto. Así pues, hizo el experimento, primero sobre sí mismo y luego en una anciana criada de setenta años, y más tarde en una vieja gallina que tenía en casa. Todas las mañanas, al amanecer, tomaba un vaso de vino blanco tinturado
con el remedio, y después de utilizarlo durante catorce días se le empezaron a caer las uñas de las manos y los pies, sin que eso provocara dolor alguno. No tuvo valor para continuar con el experimento, pero ofreció el mismo remedio a una vieja criada, que lo tomó todas las mañanas durante diez días, después de lo cual empezó a menstruar como en otros tiempos. Ella reaccionó con gran sorpresa, porque no sabía que había estado tomando una medicina. Se asustó y se negó a continuar el experimento.
Entonces mi amigo rociĂł cierta cantidad de grano con el vino y se lo dio a una vieja gallina, y al sexto dĂ­a el ave empezĂł a perder las plumas hasta quedar totalmente desplumada, pero dos semanas despuĂ©s le crecieron nuevas plumas de un color más hermoso; su cresta volviĂł a erguirse y empezĂł a poner huevos otra vez.” (GuĂ­a de la quĂ­mica, 1685)



 

Esta narraciĂłn comprobarĂ­a lo que en su dĂ­a propugnĂł Paracelso:

Ponga cualquiera de estas primeras entidades en buen vino, en tal cantidad que pueda teñirse con Ă©l.  Habiendo hecho esto, está preparado para este rĂ©gimen.  Un poco de este vino debe beberse todos los dĂ­as al amanecer hasta que primero se caigan las uñas de los dedos, luego de los pies, luego el cabello y los dientes y, por Ăşltimo, se seque la piel y se produzca una piel nueva.  Cuando todo esto estĂ© hecho, ese medicamento o pociĂłn debe suspenderse.  Y nuevamente, se producen nuevas uñas, cabello y dientes frescos, asĂ­ como tambiĂ©n la nueva piel y todas las enfermedades del cuerpo y la mente desaparecen, como se declarĂł anteriormente.

Pero aun asĂ­, todos sabemos cĂłmo terminĂł Paracelso, y no hay testimonios de que haya rejuvenecido si sabĂ­a aquel secreto, ¿y quien sabiĂ©ndolo no lo hubiera probado consigo mismo o de donde abreva tal afirmaciĂłn Paracelso?. Le dejo a usted queridĂ­simo alquimista que lo medite. 





Notas:

(*)Parece que la condesa de Desmond fue toda una celebridad en el sentido de que viviĂł durante 140 años con una salud perfecta y le volvieron a crecer tres juegos de dientes a lo largo de su vida.  Lo siguiente está tomado de Dublin Review: Las reminiscencias del Conde de Leicester fueron comunicadas personalmente a Sir William Temple, y se detallan en su ensayo 'Of Heath and Long Life', publicado en sus Miscellanies 1689, en los siguientes tĂ©rminos: 'The late  Robert Earl de Leicester, que era una persona de gran saber y observaciĂłn, asĂ­ como de la verdad, me contĂł varias historias muy extraordinarias sobre este tema;  uno, de una condesa de Desmond, casada fuera de Inglaterra en la Ă©poca de Eduardo IV, y que viviĂł lejos en el reinado del rey James, y se calcula que muriĂł algunos años por encima de los ciento cuarenta: edad a la que vino de Bristol a Londres  para pedir ayuda en la corte, despuĂ©s de haber sido muy pobre durante mucho tiempo por la ruina de esa familia irlandesa en la que estaba casada.» Se nos dice que muriĂł de una fiebre causada por la caĂ­da de un árbol, al que trepaba para recoger nueces.

Fuente: Alchemy Rising : The Green Book, by Heliophilus

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