Como vimos en muchas ocasiones, el trabajo con el cinabrio fue parte importante de las culturas orientales, al punto que consideraban que la Medicina debĂa ser fabricada con el mismo.
En China los principales ingredientes para alargar la vida eran el mercurio y sus compuestos, especĂficamente el cinabrio, el oro, y ciertos extractos vegetales como la planta llamada Soma (Efedra, cuyo alcaloide es la efedrina).
En India encontramos esta receta para la inmortalidad con el uso del mercurio:
"Para devolver la juventud a un anciano, la farmacopea ayurvédica utiliza remedios basados en mercurio, oro, pequeñas perlas carbonizadas y pulverizadas, y plantas medicinales. El paciente se encierra en una habitación oscura; bajo la influencia de los medicamentos se le aflojan los dientes e, incluso, se le llegan a caer, igual que el cabello. Su cuerpo se armoniza. Tras el tratamiento, el pelo crece, la piel se regenera, y los dientes también se renuevan; en otras palabras: su cuerpo rejuvenecido ha recobrado la fuerza vital".
Dejando de lado la supersticiĂłn, que abunda en tales relatos y textos, escritos para un emperador empecinado en prolongar sus dĂas, uno de los más famosos alquimistas que trabajĂł con mercurio fue nada menos que Isaac Newton, en un camino que expliquĂ© en esta entrada de este blog ilustrado con fotografĂas.
Pero no sĂłlo este reputado cientĂfico, sino tambiĂ©n Robert Boyle, aprendiz de George Starkey y amigo de Homberg, que como vimos en otra entrada, estaban totalmente obsesionados con encontrar en el mercurio vulgar la forma de animarlo y formar la Lapis Philosophorum. Pasaron más de 50 años enteramente dedicados a ello, sin lograr más que magros resultados, tal vez un poco de oro transmutado tras laboriosos procesos que no redituaba tanto trabajo pero servĂa de aliciente para continuar enfrascados en la crisopeya.
Pero un mes despuĂ©s de la muerte de Boyle, Newton le envĂa una carta a J Locke, amigo de Boyle, en la que decĂa:
“Entiendo que el Sr. Boyle nos hizo partĂcipes tanto a mi mismo como a usted de su proceso respecto a la tierra roja y el mercurio, y que, antes de morir, procurĂł tierra roja a alguno de sus amigos”.
Esta tierra roja no es otra cosa que la evolución del mercurio, trabajado filosóficamente como se debe: sea en el camino de su animación con régulos, o sea a través de otros senderos, como el ultrasonido, el azufre y el hidróxido, que nos acerca a Kamala Jnana, pero que en su fase final se vuelve un polvo rojo y pesado, color azafrán, como nos muestra el alquimista Thot:
La pregunta que se estará haciendo a esta altura el lector es si es válido trabajar con el mercurio, al menos según mis reflexiones. Algunos alquimistas me han escrito pidiendo que hable al respecto y por eso he decidido hacer esta entrada.
EL CAMINO DEL MERCURIO
De buena fuente conozco que existen muchos cĂrculos de practicantes con este peligroso metal. Y tambiĂ©n que casi todos los alquimistas que mueren al año en sus prácticas lo hacen a travĂ©s del contacto estrecho con el mercurio vulgar (tambiĂ©n con el antimonio, a decir verdad)
No les bastĂł que en el corpus alquĂmico los más serios y reputados artistas digan que el oro vulgar y el mercurio vulgar no sirven para la obra. Y que sentencien que cuando hablan de azufre y mercurio no hablan de los del vulgo.
Desde que en la dĂ©cada del 60 se publicĂł TOUT LE GRAND OEUVRE PHOTOGRAPHIÉ bajo el seudĂłnimo de Kamala Jnana, un libro repleto de ilustraciones de todas las fases de la Gran Obra, muchĂsimas personas se dedicaron a este trabajo, se formaron escuelas, sectas, y todo lo que es de esperar de un trabajo de laboratorio que mezclaba demasiado la contraparte espiritual, al punto que varios alquimistas me decĂan, años atrás, que el trabajo era fácil con el cinabrio o mercurio, pero se necesitaba estar preparado espiritualmente, porque el Quinto Fuego se lo da el propio alquimista a la sustancia.
Fase Roja de la VĂa de Kamala Jnana |
Entonces todos los fracasos en la operatoria, que habĂa a montĂłn, se lo achacaban a que el alquimista sencillamente no estaba listo para lograr la Gran Obra. Su parte espiritual no estaba lo suficientemente depurada.
Esto es como decir que si no nos sale una receta para un budĂn se debe a que no estábamos listos espiritualmente, sin atender al hecho de que en verdad nos faltan detalles y pistas para completar el trabajo. Y pongo el ejemplo del budĂn porque una amiga alquimista estuvo semanas hasta dar con el calor apropiado para poder hacerlo correctamente. Probaba una y otra vez, y siempre le salĂa o muy quemado o muy crudo. Pasaron dĂas, semanas, como digo, para que encontrara el punto medio, valiĂ©ndose al final de un termĂłmetro especial. Cuando descubriĂł la medida justa me convidĂł con budines perfectos y bien esponjosos, sabrosĂsimos.
Puede resultar burdo el ejemplo, pero se ajusta como una analogĂa a lo que digo: la Obra no sale, no por la parte espiritual del alquimista, no sale porque lo está haciendo mal.
En ningĂşn texto del corpus alquĂmico se habla de esa contraparte espiritual, aunque sĂ hablan de rezar a Dios para que les conceda la soluciĂłn al enigma, la luz que nos falta para que se nos revele la operatoria, como si todo el asunto fuera revelar el rompecabezas alquĂmico, y no insuflar la energĂa como difundiĂł desacertadamente Kamala Jnana, este es, Roger Caro.
Pero cada quien hará lo que le plazca, y si piensa que es conveniente estar a la altura espiritual de una sustancia, entonces más que alquimia, que es la filosofĂa de la naturaleza, está mezclando alquimia con Theurgia, algo que el alquimista Grillot de Givry se encargĂł de separar acertamente en su libro El Museo de los Magos, Brujos y Alquimistas.
La alquimia no tiene magia, ni brujerĂa, es entender el funcionamiento de la naturaleza y descubrir sus secretos. La contraparte espiritual es un mito. Existen innumerables crĂłnicas de transmutaciones donde el alquimista era una persona igual a otra; solo que cargaba con un secreto que no todos tenemos.
Las ideas románticas de que son seres excepcionales y con una talla moral elevadĂsima se la debemos a Eugene Canseliet, quien aseguraba que el EspĂritu Universal descendĂa sobre la materia del LeĂłn Verde y lo coloreaba. Algo que varios alquimistas que hicieron el trabajo jamás mencionaron, ni sintieron.
De ideas similares es el alquimista Thot: pensaba que esa fuerza universal la sentĂa el operador. Algo que no lo menciona jamás el corpus alquĂmico, y eso que eran fantasiosos e imaginativos para sus alegorĂas.
Todos estos conceptos se desprenden de la Obra de Kamala Jnana, alias Roger Caro, y probablemente del libro de culto rosacruz, Zanoni, de Bulwer Lytton. Además de estos personajes del pasado que tambiĂ©n hicieron lo suyo por no comprender bien los opĂşsculos alquĂmicos: click aquĂ
EL PELIGRO Y LA MUERTE REAL
Son innumerables los casos de fallecimiento por ingesta accidental o no, de este peligroso metal y sus derivados preparados. Muchos piensan que si este metal puede evolucionar a una piedra azafrán pesada, es que se trata de nuestra Piedra buscada. Y sin más, beben sus extractos.
El alquimista Luxial Deneb, alias Thot, en su obra Testamento de la Gran Obra, nos dice que la Piedra formada por mercurio sirve para curar plantas, y da un ejemplo de una planta regada con la misma y otra sin la misma, como la planta regada vive más que la otra y florece mejor.
Pero se abstiene de hablar de consumo humano.
Luego dice que esa Piedra se puede multiplicar hasta lograr un poder de 1: 100.000 .
Lo cierto es que muchos alquimistas fallecieron por trabajar con el cinabrio o el mercurio. Los vapores que despide el metal son peligrosos y suceden incluso a temperatura ambiente.
Uno de los co-fundadores del foro más popular de alquimia de Internet murió por mercurio. Lo mismo el alquimista Max Duval, que difundió ampliamente al Camino del Cinabrio. Recuerdo que hace años atrás - más de 15 - los que asistieron a sus cursos se quejaban de que solo les enseñaba a quemar kilos de roble y sacar la sal para preparar el Fuego Secreto, este es, el Hidróxido de Potasio, mejor conocido con el emblema de KOH.
Al final, muriĂł en sus trabajos con mercurio.
Y en la historia, tenemos el caso de Thomas Vaughan, conocido como Eugenio Filaleteo, (no confundir con Ireneus) que apelaba por las vĂas más naturales, pero al final decantĂł en el atractivo y peligroso mercurio. Y como resume Santiago Jubany:
“Eugenio, el amigo de la verdad, se reuniĂł con ella el año de Nuestro Señor de 1666 a la edad de 44 años, vĂctima segĂşn se dice, de una inhalaciĂłn accidental de vapores de mercurio”
Pero los filĂłsofos sabemos que nuestro Mercurio no es el del vulgo. Y solo comparte con el mismo ciertas virtudes disolventes con el resto de los metales.
LOS FILOSOFOS Y SU RECHAZO AL MERCURIO
Limojon de Saint Didier se encargĂł de dejarlo claro en su dialogo entre el Oro, el Mercurio y la Piedra, estableciendo que los metales vulgares no sirven para nada, y muchĂsimo menos el mercurio.
Otro que condena al mercurio vulgar es El Cosmopolita en su La Nueva Luz QuĂmica:
Y aunque el cuerpo de los metales sea procreado a partir del Mercurio (lo que debe entenderse del Mercurio de los FilĂłsofos), sin embargo no es necesario escuchar a aquellos que estiman que el Mercurio vulgar sea la semilla de los metales, y asĂ, toman el cuerpo en lugar de la semilla, no considerando que el Mercurio vulgar tambiĂ©n tiene en sĂ su semilla como los otros
Recomiendo de este autor el Diálogo del Mercurio, del Alquimista y de la Naturaleza donde se burla de alguna manera de los que trabajan con mercurio vulgar.
Otro que se suma a este rechazo, y establece la comparatoria entre nuestro mercurio, que es una sal, y el mercurio vulgar, como materia prima, es Theodorus Mundanus en su Quintaesencia de los FilĂłsofos.
Establece con el mercurio vulgar en relaciĂłn a nuestro mercurio, unas 16 distinciones. Recomiendo su lectura.
Entre estas cosas arranca diciendo esto:
“Porque nuestro Mercurio, ya sea considerado en su estado y condiciĂłn natural, o como está preparado para nuestro Magisterio, y adaptado por la mano del Artista, difiere mucho del Mercurio comĂşn. Primero, el Vulgar se encuentra sĂłlo en algunos lugares y minas de nuestra Tierra; El nuestro está en todas partes, porque ningĂşn Cuerpo Concreto en el Mundo Entero o Elemento carece de Ă©l. En segundo lugar, el vulgar es el Hijo de la Naturaleza, generado y producido bajo el dominio e influencias del planeta Mercurio, de una Humedad untuosa y sutil Tierra. El nuestro es el Hijo del Arte, nacido y producido de 2 sustancias Salinas, que tienen la misma raĂz y cepa, de la mano amiga del Quimista.”
Creo que basta para que lancemos la mirada hacia otro lado.
Si estás leyendo esta entrada y por primera vez te metes en la alquimia, que no te seduzca el mercurio vulgar por favor, antes bien, conviene empezar con trabajos más naturales. como los del señor AgrĂcola.
0 Comentarios