En una gran tormenta, con viento tormentoso y lluvia torrencial, este EspĂritu que el Sol ha extraĂdo antes de la Tierra (con gran abundancia), es impulsado por el aire, y luego es lanzado a la regiĂłn más baja, y recogido en gran cantidad por los hombres y las plantas, por lo que tambiĂ©n con los recipientes preparados previamente. En una tormenta, si el viento sopla del sur, sudeste o sudoeste, es bueno; mucho calor y mucho frĂo, no dan nada. El rocĂo recogido de la hierba o los árboles, ya está estropeado. El lugar de la captura no debe ser pantanoso, no debe tener grandes montañas, casas o torres o árboles altos Ă©l, sino más bien permanecer abierto y libre, el lugar debe ser abierto, suave, e incluso del sur al norte. El recipiente deberĂa situarse al menos a 6 pies sobre la tierra, ni más alto ni más bajo, el humo del fuego no debe ser un obstáculo. La corriente de aire no debe ser despreciada, si es que es impulsada por un espacio angosto a una amplia habitaciĂłn. QuiĂ©n sepa cĂłmo arreglar este mismo Modus correctamente, no temerá calamidad, receptáculo y lugar deben tener una adaptaciĂłn armoniosa y el SpĂritus Mercurii se deberĂa recoger en abundancia. Suficiente de la captura del Spiritus Mercurii.Cuando tengas 8,10,12,16 onzas, dĂ©jalo que se pudra por 40 dĂas en un alambique o un frasco bien cerrado, como te convenga. DespuĂ©s de la putrefacciĂłn, divide tu materia en varias partes; toma 1 o 2 onzas, y deja que se seque; extrae tu Sal del Caput Mortuum y añade a la misma tanto Spiritus Mercurii como habĂa en el principio, o un poco menos. Deja secar suavemente otra vez; cuando se ha secado, dale al Niño leche fresca, de la cual se ha originado, la mitad que antes; entonces ten en reserva la tercera parte de todo tu Spiritus Mercurio, divĂdela en 7 porciones iguales, y empapa tu materia 7 veces, pero cada vez bien secada, hasta el sĂ©ptimo empapado y secado. Entonces proporciĂłnale a la tintura su fermento, ya sea Sol o Luna, en un crisol a fuego fuerte por 3 o 4 dĂas, que el metal estĂ© derretido o en fusiĂłn continua, y asĂ nuestra celestial Sal de todos los metales, ennoblecida y junto al Sol o la Luna, se transmutará a una tintura. Cuando esto ocurra, toma un poco de esta tintura, envuelta en cera, proyĂ©ctala sobre los metales imperfectos en fusiĂłn, y realizarás milagros.
Ahora bien, sabemos que recolectar la sal del rocĂo es un proceso lento, fatigoso, que demanda además de nuestra mejor predisposiciĂłn la predisposiciĂłn de la naturaleza misma. Si el cielo está nublado, si hace demasiado calor, si la luna no es la propicia.... muchos factores pueden entorpecer nuestra cosecha. Además siempre es minĂşscula la cantidad de sal, se recolecta mucha porquerĂa aĂ©rea si se utiliza telas, entre esas, abundante sal marina.
Considerando esto, decidimos probar con una sal nitro y con oro. Por supuesto, no cualquier sal nitro del comercio, sino una sal nitro viva como explico en mi libro La Mano del Filósofo. Esa sal se une con una porción de oro puro, en láminas o en papel comestible, de 24 quilates. Y se lo introduce en un crisol en un horno por espacio de varias horas.
El resultado es una materia que en principio es verde, pero con el pasar del tiempo, se pone pĂşrpura. Esa materia se retira, se filtra, se evapora, y al final nos deja un polvo color violeta/purpura hermoso.
Ese polvo violeta al ser impregnado por un espĂritu de vino rectificadĂsimo (más del 98 % ) extrae, poco a poco, dĂa tras dĂa, la tintura del oro, cuyo color dorado es muy hermoso. Muchas de las imágenes las compartĂ en Instagram, pero como me pedĂan saber la “receta” decidĂ escribir esta entrada para beneficio de varios.
El por quĂ© usĂ© el nitro vivo en vez del nitrito de amonio del rocĂo lo pueden encontrar en el libro referido mĂo. Puedo decir que el nitro, es una manifestaciĂłn del Gran EspĂritu del Mundo que gusta alojarse en los lugares frĂos de la tierra, condensándose poco a poco, como nos dice Nicolás Valois, en un cuerpo blanco, conocido como salitre. Es a travĂ©s del arte que lo volvemos filosĂłfico al nitro.
Las virtudes de la tintura de oro son las propias de toda tintura extraĂda de esta manera, por eso en ningĂşn momento digo que la consuman. Solo explico un experimento curioso que nos enseña que no todo lo que brilla es oro.
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