La carta de un filósofo sobre el secreto de la gran obra



Esta carta que todos conocen referida a Aristeo, ha sido utilizada como marco de referencia para los trabajos inútiles con rocío desde hace varias décadas. En especial, una corriente de alquimistas naturalistas están convencidos de que trabajar con el rocío tal y como declara Aristeo a su hijo, conducen a la Gran Obra alquímica y,  por tanto, a la Piedra Filosofal. 

No me tomaré la molestia de criticar dicha postura, pero si me contentaré con incluir lo que piensa Limojón De Saint Didier al respecto, en esta obrita poco conocida donde analiza la operatoria de Aristeo. Para el interesado en la Gran Obra de Didier, podrán encontrar su explicación en mi último libro.

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Transcrito de British Library MS. Sloane 3640, por John O'Brien Esta es una traducción de Alexandre Toussaint de Limojon, Sieur de Saint-Didier [1630-]. Lettre d'un philosophe, sur le secret du grand oeuvre. Ecrite au sujet des instructions qu'Aristée à laissées à son fils, touchant le magistere philosophique. Le nom de l'auteur est en latin dans cet anagramme. Dives sicut ardens, S. París: chez Laurent d'Houry, 1688. 

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La carta de un filósofo sobre el secreto de la gran obra. Escrito sobre el tema de las instrucciones que Aristeus dejó a su hijo sobre el Magisterio Filosófico. 

El nombre del autor está en latín en este anagrama. Dives sicut Ardens, S. París 1688 Señor, recibí la carta que me hizo el honor de escribirme desde su regreso de Polonia. Le estoy muy sensiblemente agradecido porque es un testimonio indudable de su amistad. No dejaré de leer con mucha prontitud, la escritura de Aristeo traducida de la lengua escrita al latín en prosa en rima, y ​​como tú me la enviaste para conocer mi opinión sobre el asunto de que trata. Les diré con todo el ingenio que se practica entre los filósofos, que me encantó el extraordinario estilo y razonamiento de Aristeus; pero no lo encontré menos celoso del secreto de la gran Obra que todos los demás que han escrito sobre ella. 

No me cuesta creer las grandes cosas que dicen de él, pero particularmente por la sinceridad de sus escritos, que poseía este inestimable tesoro, Como me diste a entender, al pasar por este lugar, persuadiste que el rocío o espíritu del Aire es como [o como] este licor que según el lenguaje filosófico, sale de los rayos del Sol y de la Luna que contiene el principio que hace que toda la Naturaleza vegete [o crezca], y sin el cual nadie puede vivir. 

Se podría y también se debería creer que esta materia universal es el verdadero principio, el primer ser de los seres, y este Aire sutil que les da Vida y alimento, según dice Aristeo, por cuanto vemos la materia en la Naturaleza. 

Naturaleza que concuerda mejor con todas las expresiones de los filósofos. Toda Naturaleza hace uso de ella, dice Cosmopolita, y en consecuencia sacas tu juicio, que teniendo estas grandes ventajas, esta materia, excluyendo todas las demás, es esta agua celestial. Considerando abiertamente los escritos de los sabios, y [leyéndolos] según la carta, parece haber un fundamento sólido en esta opinión; sin embargo, no me será difícil mostrar un equívoco al respecto y convencerle de lo contrario, si su opinión es realmente así. 

Debería leer un gran número de autores para citarte sobre este tema, pero esto sería entrar en una gran disputa sin necesidad, ya que los has leído todos. Entonces me contentaré con hacerle reflexionar sobre lo que algunos de los más grandes filósofos tienen que decir de manera más posesiva sobre los principios de esta ciencia secreta. Recuerde, señor, que los filósofos están de acuerdo con respecto a los primeros principios de que debe dejar en paz todo lo que vuela del Fuego y así se consume; todo lo cual no es de una naturaleza, o al menos del original metálico. 

Considere que debe tener un Agua permanente, que se congela en el Fuego, así como por sí misma unida a los cuerpos perfectos, después de haberse disuelto radicalmente. Después de esto, dale al rocío puro, o al único licor elaborado con el aire por sí mismo, tal preparación y tal [...] como quieras con toda clase de artificios, estarás obligado a poseer al final de su cuenta, que hay más curiosidad que solidez en todos estos procesos; y que no está en el poder del hombre cambiar la naturaleza de un cuerpo ni hacer un principio universal: pero aunque uno podría tener un ser tan particular, los autores que he citado, y una infinidad de otros, demuestran fácilmente esta verdad a un hombre de buen sentido, pero no debo pasar a Basil Valentine en silencio; prometo estar en deuda con él por gran parte de las luces más sólidas que he obtenido en esta ciencia divina. 

Mire cómo habla en sus 'Doce Llaves', y sobre todo en la segunda: pero particularmente lo que dice en el pequeño tratado que escribió sobre 'Cosas naturales y sobrenaturales' en los capítulos de los espíritus de los metales. Muestra en términos sencillos qué cuerpos hay que unir y destruir para obtener este licor espiritual tan buscado por todos los filósofos. 
 
Puede ser, sin embargo, que después de esto sigas creyendo que puedes hacer que tu pretendido principio único y general esté de acuerdo con la opinión de algunos de los filósofos más sólidos, y percibo bien que Aristeus te agrada más que cualquier otro porque juzgas que él establece absolutamente su asunto, por la única y verdadera materia filosófica: pero no me serviré de las propias palabras de este autor para mostrarle todo lo contrario a lo que se forma a sí mismo; espero igualmente que después de esto estéis de acuerdo en que Aristeo está muy lejos de querer hablar simplemente del Aire, bajo la forma que se le pueda dar por cualquier artificio, si no es en esa admirable manera de que habla Cosmopolita que el Agua Filosófica se extrae de los rayos del Sol y de la Luna. 

Sabes que debería tener suficiente fundamento para tomar las palabras de Aristeus en un sentido misterioso, aunque no tenía otra razón para ello, que porque es una verdad recibida por todos aquellos que tienen algún conocimiento de los autores de la gran Obra, a saber, que los mismos filósofos protesten que nunca nombrarán por su verdadero nombre, los primeros agentes o los principios; si alguno lo ha hecho a pesar de todo, ha sido de cierta manera más apropiado hacer que la gente sencilla crea todo lo demás en lugar de lo que nos han dicho. 

Es cierto, entonces, que los filósofos no deben entenderse en el sentido literal, y que todos ellos están generalmente sujetos a una interpretación, incluso cuando parecen hablar con la mayor claridad; pero no utilices a nadie más que a tu Aristeo, mira por algunos argumentos extraídos de él mismo, 

 16 Todos los alimentos dan testimonio de su Fuente. Ya que las cosas viven de donde se nutren. 
17 El Pez disfruta del Agua, el Niño mama a la Madre 
18 Por la Vida se conoce el Principio de las cosas. El aire es la vida de las cosas, por lo tanto, el principio de las cosas. 

Según este filósofo, todo ser vive del alimento que es propio y específico para su esencia y su naturaleza, esa especie de alimento nos deja ver cuál es su origen, entonces la nutrición de un animal es muy diferente a la de una planta, y que el de una planta no es menos diferente al de los minerales y metales; por consiguiente, no hay duda de que el origen de todos estos seres diferentes tiene principios muy diferentes; y que un solo Aire mismo y simple no es la vida y el sustento de todas las diversas especies de seres que hay en la Naturaleza; esto no permite respuesta; a menos que retroceda incluso al primer Caos, del cual Dios formó todas las cosas. 

Pero no ignora que es de ese Caos de donde el filósofo debe extraer sus principios. ¿De dónde viene entonces, señor, que de los mismos principios de Aristeus extraigo una consecuencia completamente contraria a lo que él mismo parece extraer? 

Esto no proviene, como verás, del equívoco del término Aire, que utilizó para ocultar el misterio a los profanos; pues observarás que toda especie de ser tiene una especie de Aire, que es su vida, su principio y su alimento; es en este sentido Aristeus habla con mucho fundamento en efecto sólidamente el alimento así como el principio de cada ser, sea de qué especie sea, ¿no es una esencia de una naturaleza completamente aérea? ¿No debe el estómago del animal, por digestión, cambiar el alimento denso que toma, en un vapor sutil, que se condensa en un jugo viscoso y nutritivo en todas las partes que son sostenidas por él? conforme al mismo jugo todo espiritual, que es el principio de su generación. La humedad de la tierra, ¿no cambia de la misma manera en la planta en virtud del capullo que está en la semilla? ¿No es cierto también que la vida y la alimentación de minerales y metales en las entrañas de la Tierra, es un Aire y un vapor de grasa impresos [o estampados] con un Azufre metálico? 

Es ese Aire y ese vapor graso y mercurial lo que es objeto de la búsqueda de todos los filósofos, porque en él reside la vida, el principio, la eficacia de su Mercurio, que produce su Piedra y que produce su Piedra. Como esto sería desear cegarse a uno mismo voluntariamente, decir que esta sustancia aérea que es la vida de las plantas, los animales y los metales es verdaderamente e indistintamente este mismo Aire que rodea la Tierra, o igualmente alguna otra sustancia que se pueda extraer y preparar de él, por cualquier artificio muy extraordinario [ o truco], debemos llegar a un acuerdo en que los verdaderos filósofos siempre dicen la verdad, cuando uno sabe interpretarlos con un grano de sal. 

El significado que le voy a dar a Aristeus es tan natural, que él mismo se da esta interpretación, cuando al mismo tiempo da ocasión a la gente sencilla de entender otra cosa. 

 17 El pez disfruta del agua, el infante chupa a la madre. 

Hacernos saber así (como voy a decir) que la misma diferencia que hay entre la alimentación de cada especie de ser se encuentra también en su vida y en su principio al que sólo da este nombre general y equívoco de Aire, por la analogía que hay entre el Aire que respiramos y la sustancia aérea que es la diferencia de la Vida del Alma y alimento de cada Especie de ser. Es ahí, señor, donde está la opinión de Aristeus, y por temor a que dudemos de ella, todavía la explica más claramente en términos expresos. 

24 Sin embargo, dado que una criatura no puede ser reparada sino en su propia [o propia] naturaleza. 
 
No hay verdad en toda la filosofía mejor establecida que la de que entonces debería ser posible meditar acerca de un metal de otra manera que con una sustancia metálica muy pura y exaltada al grado máximo de tintura perfecta y de fijeza por una larga decocción en un licor mercurial, que los filósofos describen. 

Debe entenderse entonces con Aristeus y todos esos autores, que esta es esta esencia aérea, en la que consiste todo el poder de todo ser, debe buscarse en primer lugar para la obra, en los cuerpos metálicos; y aquí es donde uno ve a los filósofos estar de acuerdo cuando uno se da la molestia de reflexionar profundamente sobre lo que tenían la intención de hacernos saber; además, agrada al cielo dispersar las tinieblas de nuestro entendimiento; para contemplar abiertamente los misterios de la naturaleza. 

Sé, señor, que uno nunca debe desear ser demasiado sabio: aunque algunos filósofos nos aseguran que es más difícil encontrar el asunto que prepararlo. En verdad le digo, señor, que es mucho más difícil para los Hijos del Arte preparar el asunto que encontrarlo; porque en estas operaciones consiste el magisterio de la ciencia. Puede aprender del mismo autor, que sin embargo, en otros lugares afirma lo contrario a la verdad que les propongo, ya que luego afirma que una vez descubierto el Azufre,  la piedra estará lista a la mano. Pero cuál es el proceso de esa solución, si te dejo adivinarlo, seguramente reflexionarás mucho sobre ello sin poder descubrirlo, pues todos los filósofos en general han profesado que lo ocultan. Y  Aristeus lo esconde no menos diligentemente que otros. 

 37 Es la Llave de oro para saber abrir las Puertas y sacar Aire del Aire. 

38 Por no saberse cómo se pesca el aire, es imposible conseguirlo. Aquello que cura enfermedades particulares y universales, etc. Se cuida mucho de no descubrir la manera de abrir estas puertas, y de hacer el Aire de los filósofos, y extraer el Aire del Aire, sin lo cual, sin embargo, es imposible tener éxito en la alquimia. Solo se contenta con recomendar una segunda vez para aprender bien este gran Arte. 

31 Aprende, por tanto, hijo mío, a coger aire. Aprende a guardar la llave dorada de la naturaleza. 
 
No creo, señor, que usted creyera que Aristeus hubiera revelado sinceramente el secreto de los sabios en el proceso que ha descrito después. Tienes una luz demasiado grande para no percibir que sólo habla alegóricamente cuando aconseja condensar el Aire alrededor de una recipiente mediante la nieve o el hielo; llenar con él todos los vasos que se quisieran, ponerlo en un Huevo Filosófico; sellarla herméticamente, y hacerla pasar todos los regímenes. 
 
Sabes muy bien que de todo esto no se puede hacer ningún bien; pero tampoco sé si se adentra en el misterio contenido en esta alegoría; y si entenderías lo que significan esta nieve, este hielo, este aire condensado, este pájaro que atrapa al pájaro. Al menos puedo asegurarles que estos términos significan algo muy diferente de lo que parecen significar. 

El propio Aristeus te hace saber que estos términos encierran un gran misterio; porque dice que 

 32 las criaturas pueden conocer el aire, pero atrapar el aire es la clave de la naturaleza. 
 
En efecto, sería muy fácil, si no hubiera nada más, pero condensar el Aire por medio de la nieve o el hielo, incluso en los rayos del Sol a pleno mediodía, durante los mayores calores, es por eso , que el filósofo añade al mismo tiempo con mucha razón. 

 33 Este es un secreto y más que humano Para tomar el Secreto celestial del Aire. 
 
Es un secreto verdaderamente que excede la capacidad ordinaria de la mente del hombre; sin embargo, Aristeus hace que uno reflexione sobre él; de lo que depende todo el secreto de la gran Obra si no se descubre mejor que los demás filósofos, pero dice lo suficiente para apartar a los hijos del arte de toda imaginación y para que los adeptos sepan que él, como ellos posee este gran tesoro. 

 35 Un pez es capturado por un pez y un pájaro por un pájaro. El aire también es atrapado por un aire dulce. 
 
Miren bien estas palabras, contienen todos los secretos de los filósofos, que Cosmopolita nos descubre bajo el nombre del imán filosófico, pues como él dice, el aire genera el imán, pero el imán genera o hace aparecer el Aire; allí, dice él, está el Agua de nuestro rocío, de donde se saca el salitre de los filósofos, que nutre y hace crecer todas las cosas; debemos llegar entonces respecto a esta [cosa] al principio que voy a establecer para buscar este imán admirable, este Aire que atrapa el Aire, y no tan lejos que la materia de los filósofos sube primero de la tierra al cielo, luego vuelve a descender del cielo a la tierra y así recibe la fuerza de las cosas superiores e inferiores, lo que está abajo es como lo que está en lo alto, y lo que está en lo alto es como lo que está abajo. 
 
Usted ve así, señor, cuán lejos están de los principios de la gran Obra; cuando se dedican a buscar una sola esencia simple universal y generalmente común a todos los seres, con la esperanza de poder por sí mismos especificarla e identificarla con la naturaleza metálica. Tal [clase] de esencia no se puede encontrar en la naturaleza. Tampoco es menos imposible enmarcar [la semejanza de] con uno mismo que comprender la primera materia de Aristóteles, o una sustancia sin forma, propia de recibir todas las formas; porque incluso desde el momento en que habrás podido aprehender este asunto universal; y que en consecuencia le ha dado una forma; dejará de ser universal y, por lo tanto, no será rentable para su diseño. 

Entonces hay que seguir el consejo de los filósofos, dejar en paz la materia que está lejos y tomar en primer lugar la materia que está cerca, purificarla mediante la corrupción, sacar de allí el alma y la esencia con el fuego, luego el alma del alma, y ​​por este medio el Aire del Aire y la Quintaesencia, en los que reside la virtud y la energía de la Piedra. Tenga en cuenta eso muy bien. 
 
De modo que, señor, no es sorprendente que después de diez, veinte o treinta años de experiencia [o prueba] uno a menudo esté tan poco avanzado como el primer día, en el conocimiento de los verdaderos principios, o al menos (en eso) de su verdadera preparación; es decir de la manera de extraer este Aire y esta Agua bendita tan estimada por todos los filósofos: pero no para dejaros sin una conclusión, o al menos sin darles algunas luces más particulares de este gran secreto, mira aquí algunas observaciones importantes sobre los dos puntos principales; es posible que ya las hayas hecho tan bien como yo, pero también puede ser que no hayas hecho las mismas reflexiones al respecto. 
 
Los primeros principios de la Piedra Filosofal están representados por algunos en diversas figuras de animales y por otros se describen en términos equívocos y alegóricos; sin embargo, estas cifras, estos equívocos y estas alegorías, son siempre aclaradas, ya sea por los mismos filósofos, o por otros menos reservados en este punto o menos escrupulosos. 

Los modernos, como Cosmopolita, d'Espagnet, Philaletha y otros, han hecho comprender con bastante claridad a los primeros agentes, pero en cuanto a la verdadera preparación de ellos, nos han arrojado a laberintos de los que afortunadamente no se puede salir. 

Basil Valentine es el de todos [los demás] que nombra, como he dicho, más claramente y sin equívocos los primeros principios de la Obra, los llama por el nombre verdadero [o propio], y sólo esconde el camino cómo corromper y unir su alma y su espíritu, lo que produce juntos [...] a los filósofos; verás esto en los lugares que cité sin que sea necesario repetirlos. 
 
Flamell dice que los primeros agentes que tienen los filósofos son las dos serpientes que, unidas entre sí, se ahogan en su propio veneno que las transforma después de la muerte en agua viva y permanente. Arnold de Villanova en su carta al Rey de Nápoles llama a la materia siguiente Aire y del Fuego de los filósofos, el compuesto, o la Piedra, contiene una humedad que fluye en el Fuego. 

Observe esto, porque los hijos del arte y la sabiduría deberían encontrarlo muy insignificante, es allí donde está esta Piedra, que no es una Piedra sino una semejanza y no por naturaleza, pero ni Arnold ni ningún filósofo describirían los simples que hacen este admirable compuesto. 

Algunos dicen que está hecho de dos, otros aseguran que es una unión de tres naturalezas diferentes, pero de un original, y otros escriben que hay cuatro agentes, que [hacen] todo el compuesto: sin embargo, es cierto que tienen toda la verdad en diferentes aspectos; pero encuentro que Paracelso, es  de todos el que comprende en pocas palabras todo el magisterio del arte. 
 
El asunto de la tintura, dice él, de los médicos [los filósofos naturales] es una cosa cierta, que verdaderamente de tres pasa por el arte de Vulcano a una cosa. 

E inmediatamente después dice que esta materia de este compuesto puede, con la ayuda de la naturaleza y la dirección del artista, ser transmutada en el Águila Blanca: vea allí el gran punto. Hasta ahora ha dicho mucho, y si hubiera tenido una mente, podría haber sido capaz de terminar en dos palabras; pero aquí es donde todos los filósofos están condenados al silencio; de modo que Paracelso se contenta con aconsejarte que tomes solo la sangre del León y el pegamento del Águila. 
 
Me resultaría fácil escribir todo un volumen sobre el acuerdo de los filósofos con respecto a los primeros agentes, pero creo que no lo tomará usted mal, que por el momento no digo más de eso. Solo agregaré las palabras del abad Sinesius. La materia de los filósofos es de tal índole que se encuentra en el medio entre un metal y un mercurio; es en parte fijo y en parte no fijo; de otro modo no se mantendría en el medio entre los metales y Mercurio. Vea aquí una muy buena descripción del compuesto de los filósofos, que tiene en su corazón el Agua Filosófica y Mercurio; pero para decirte algo más particular, haré que te des cuenta, que como el compuesto, que es la primera Agua, o la primera humedad de los filósofos, se hace por la destrucción de los cuerpos; así el Agua que es el alma, el espíritu y la esencia del compuesto, no se pueden extraer, sino después de la destrucción del mismo compuesto. 

Cuidado con esto; pues ésta es la segunda clave de la obra, el misterio de los misterios y el punto esencial de esta ciencia sagrada. Es lo que abre las puertas de la justicia y las cárceles del infierno, dice Cosmopolita. En fin, es por medio de esta operación que vemos esta preciosa fuente fluir del pie de este rosal floreciente [o jardín de rosas para el significado original] del cual solo los filósofos tienen la suerte de drenar este celestial espíritu. Es lo que abre las puertas de la justicia y las cárceles del infierno, dice Cosmopolita. 

Así, pues, como el punto que concierne a la segunda preparación del asunto y que contiene el secreto del Mercurio Filosófico es el más importante de todos, también es éste de lo que los filósofos han estado más celosos. 

Paracelso no dice nada más sobre este tema, sino que el artista compone ciertos simples y que, después de haberlos corrompido según lo requieran, prepara otra cosa que luego se convierte en un ser, que tiene más poder que la naturaleza misma. Allí están las dos preparaciones bien descritas; son las dos primeras vueltas de la rueda, que si cada una de ellas contiene tres: ahí solo con la tercera vuelta, que según el dicho de los filósofos es solo juego de mujeres, es por eso que no les diré ninguna de él, los libros lo tratan suficientemente.

Es mejor para mí quedarme todavía en este segundo giro de la rueda y en esta noción del Aire del Aire, según Aristeus. Este Aire de los Filósofos, el Fuego, el Agua y la Tierra de los Filósofos y todo esto es sólo una cosa extraída del compuesto así como de [fuera] del Sol y de la Luna, es esto lo que le da el cuatro naturalezas elementales, entre las cuales sólo sobresalen las dos cualidades activas es la caliente y la húmeda, que hacen toda fecundidad. 

Aún tengo un gran secreto que contaros, que es que este este Mercurio de los Filósofos, no es un verdadero Mercurio real en todas las cosas, es decir ni en sus cualidades exteriores considerando que una esencia mercurial, ni en su ser interior , es un Fuego devorador, y el más activo de todos [pero] es un Aire compactado, del cual no sólo se engendran todos los metales (nótelo bien) sino también todos los mercurios de los metales. 

Vea aquí, señor, un gran misterio, que no encontrará tan claramente desvelado en ningún filósofo: así también sería exponerme a su anatema, para decir algo más. Mira, pues, que el mayor misterio de todos los misterios filosóficos es saber extraer este Aire, o esta sustancia aérea cuyas virtudes son indecibles; es esto también lo que hace decir a Aristeus: 
 
28 Por no saberse cómo se pesca el aire, es imposible conseguirlo, etc. 
 
Cosmopolita en otros términos dice lo mismo, que hay que saber cocer Aire, hasta que se haga Agua y después no Agua; esto se encuentra evidentemente cierto en el funcionamiento de este misterio, que la variedad de expresiones filosóficas ha hecho impenetrable. Se dibuja de diversas formas, dice Cosmopolita, y sin embargo les digo la verdad que es un proceso puramente natural, en el que un artista puede fallar menos que en cualquier otra operación. 

Todavía le desvelaré, señor, otro misterio con esa sinceridad filosófica que se usa entre hermano y hermano. Encontrarás sin duda que es mucho decir, y también más de lo que todos los filósofos han dicho al respecto. Sobre este punto te diré que, además de las razones que tú sabes, los sabios han tenido para no revelar los secretos de la sabiduría a los imbéciles y a los malvados, han tenido para ello una muy particular y muy secreta, es decir, que el mayor de sus misterios, no es en realidad un misterio, sino porque han tenido una mente para hacerlo misterioso; porque los hijos del Arte, que reflexionarán sobre la posibilidad de la Naturaleza, y que no se dejarán llevar por vanas sutilezas, verán este misterio abiertamente en todas partes, excepto en los libros de los filósofos. 

Encontrarán en mil lugares esta manera natural de vivificar los principios en una sola esencia, que luego por sí misma hace y realiza la gran Obra con la ayuda de un fuego graduado, que es su alimento, quien reflexione sobre la posibilidad de la naturaleza, y quien no se deje llevar por vanas sutilezas, verá este misterio abiertamente en todas partes, excepto en los libros de los filósofos. 

Estoy seguro, señor, que quedará satisfecho de esas importantes verdades que le voy a decir y estoy seguro también que me protestará que son muy sólidas, si después de haber descubierto los principios de esta ciencia sagrada, y después de haber hecho este admirable compuesto, que mantiene el medio entre un metal y Mercurio, permanecerá usted justamente en la simplicidad de la Naturaleza y considerará su posibilidad, como he dicho, sin desear ser demasiado sabio. 

Espero que por estos medios tengas la realización del magisterio, o al menos te acerques tanto que un giro de tu mano pueda llevar la obra a la perfección. Pero por miedo, señor, que me crea tan envidioso como el más reservado de los filósofos, le haré otra observación sobre este tema, que por sí solo puede aportar mucho (como) todo lo que voy a decir: disipar las nubes que cubren este misterioso proceso: que es que los autores vulgares, que sí hacen alguna operación sobre el mismo asunto de los filósofos, no son misteriosos en este punto, porque no saben lo que tienen en sus manos, sé cuál está en efecto; de modo que con ello muestran bastante a los filósofos, quienes por sí mismos penetran en las profundidades de los secretos de la naturaleza, y si hay algún grado de perfección en lo que esos hombres muestran, el hombre sabe cómo suplirlo por sí mismo. 

Los autores vulgares no hacen esta importante reflexión, es decir, que los filósofos dicen: Señor, después de esto debería estar satisfecho conmigo, ya que no se puede hablar más, ni más sinceramente, ni más inteligiblemente. No obstante, me esforzaré por hacerme comprender mejor con estas palabras esenciales del abad Sinesius, que dice que el Mercurio de los Filósofos no es el Mercurio del vulgo, ni el Mercurio del vulgo en su totalidad; y para hablar mucho más claramente de él, le digo, que no es más el Mercurio de ningún metal, [que es el Mercurio común] sino el Mercurio de los filósofos, el Mercurio de los Metales; el agua póntica, el vinagre más punzante que el fuego, y la viscosa humedad de los filósofos. 

Señor, voy a terminar con una reflexión que no es mucho menos importante que la anterior, es decir, que el Mercurio del vulgo, por animado que sea, con un Azufre Metálico, nunca podrá ser el Mercurio del vulgo el de los Filósofos, para que sea verdaderamente un Mercurio. 

Observe bien lo que digo, no es en esa cualidad la primera materia de los metales y es verdaderamente uno de los siete, y todo lo que el más grande artista puede producir de allí, nunca debe ser sino un metal, o un precipitado inútil y no una tintura fluida, penetrante y fija. Mercurio como es Mercurio, es siempre frío y húmedo, muy lejos de ser ese fuego devorador, que destruye todo lo que se le resiste. 

Medita, si quieres, sobre todas estas consideraciones, y recuerda que, según los filósofos, su Mercurio tiene sus propias [o propias] minas, de donde lo extraen. 
 
Es hora de que termine, usted mismo encontrará bastante allí, ya que hay más de lo que ningún filósofo en particular o muchos filósofos juntos hayan dicho jamás de ello; también estarás de acuerdo en que además de haber hablado de manera inteligible, he hablado además de esas operaciones en su orden natural, que no se encuentra en los libros; de modo que, Filiis artis haec sufficiunt, "Bastan estos hijos del arte": Deseo de todo corazón que hagáis un buen uso, y tengáis motivos para estar enteramente persuadido, de que nadie puede serlo con más sinceridad y más respeto verdaderamente filosófico, de lo que soy, señor, 

Su más humilde y obediente servidor 
el 9 de mayo de 1686 


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 Las palabras del padre Aristeus a su Hijo hechas del carácter y el lenguaje escita en rima latina. 
 

1 Ahora se les explica el Conocimiento de todas las cosas Y la forma de vivir y de Gobernar con la mejor Filosofía. 

2 Y la verdadera Monarquía del Mundo entregada: 

3 Solo me quedan las Claves de la Naturaleza, de las que hasta ahora, Hijo mío, he cuidado. 

4 De estos, la Llave de oro tiene precedencia sobre todos los demás que abre lo que está cerrado. Es la fuente del Trabajo de la Universalidad, donde se dice que está el gran Don de la Divinidad. 

5 Las riquezas se vuelven viles cuando se posee, ningún tesoro jamás se compara con esto. 

6 ¿Qué son para mí las riquezas, si la enfermedad me acompaña? ¿De qué me beneficiarán las riquezas si estoy oprimido por la muerte? 

7 Arrebatado por la muerte, dejo mis tesoros. 

8 Mientras sostenga mi llave, la muerte estará lejos. Mientras poseo la Llave, tengo el Secreto. Mientras tenga el Secreto, no temo miedo [peligro]. 

9 Las riquezas están cerca, los tesoros no faltan La enfermedad vuela, La muerte llega tarde, habiendo obtenido la Llave. 

10 Ahora, Hijo mío, te haré heredero de ella. Pero te conjuro por Dios [y] su santo asiento, que lo mantengas cerrado cerca del gabinete de tu corazón, Y oculto con el sello del Silencio. 

11 Si lo usas, te enriquecerá mucho. Si envejeces o te enfermas, sanará, aliviará, renovará. 

12 Por su propio Poder cura todas las enfermedades, Ilumina los metales, bendice [a sus] poseedores. 

13 Esto es lo que nuestros antepasados ​​juraron y recomendaron bajo la obligación del art. 

14 Por tanto, aprende: haz siempre el bien al alumno indigente; que esto sea para un sello. 

15 Todas las cosas que están debajo de los cielos se distinguen en varias. Están hechos de un Principio, Todas las cosas provienen de un Principio, Hicieron todas las cosas del río [las emanaciones] del [...] 

16 Todos los alimentos dan testimonio de su Fuente, ya que las cosas viven de aquello de lo que se alimentan. 

17 El pez disfruta del agua, el infante chupa a la madre. Deja que el árbol quiera humedad, [y] el fruto de la madera se va volando. 

18 Por la vida se conoce el principio de las cosas, la vida de las cosas es aire, por tanto, el principio de las cosas. 

19 Además, el aire corrompe todos los cuerpos: lo que da el don de la vida, también la destruye. 

20 La madera, el hierro, las piedras se disuelven con el fuego y todas las cosas se reducen a su primer estado. 

21 Pero la misma es la causa de la generación Cuál (¿qué tan diferente es?) Es de la Corrupción. 

22 Por fin, cuando sucede que las Criaturas sufren O por algún [largo] Tiempo, o por el defecto del Destino. El Aire los alivia, son curados por el Aire, ya sean imperfectos o debilitados. 

23 La tierra, un árbol, una hierba languidecen con un calor ardiente. Cada uno es modificado por el rocío del aire. 

24 Sin embargo, dado que ninguna criatura puede ser reparada, sino en su propia Naturaleza. Dado que el Aire es la fuente original de todo En consecuencia, también es la Fuente universal. 

25 En este mismo se reconoce que la Semilla, la Vida, la Muerte, El lanceo, el remedio, de todas las cosas son arrancadas. 

26 La naturaleza también ha incluido todos los tesoros en esto, y lo ha cerrado en sus propias Puertas [recinto]. 

27 Es la Llave de oro para saber abrir Las Puertas y sacar Aire del Aire. 

28 Porque siendo desconocido cómo se pesca el Aire, es imposible que se obtenga, Aquel que cura enfermedades particulares y universales, Y llama también a los Mortales a la Vida. 

29 Porque debes buscar la Fuente común Si deseas curar completamente todas las enfermedades 

30 La naturaleza produce lo semejante a lo semejante. La naturaleza saca a la naturaleza de la naturaleza. 

31 Aprende, pues, Hijo mío, a coger aire, aprende a guardar la llave dorada de la naturaleza. 

32 Las criaturas pueden conocer el aire Pero cómo atrapar el aire es la clave de la naturaleza. 

33 Este es un gran secreto y más que humano, tomar el secreto celestial del aire. 

34 Este es un gran secreto, el poder innato de las cosas. Las naturalezas están cautivadas por sus propias especies. 

35 Un pez es capturado por un pez y un pájaro por un pájaro, el aire también es tomado por un aire dulce. 

36 La nieve y el hielo son aire que el frío se ha congelado. Esta naturaleza se ha preparado para atrapar el aire [de nuevo]. 

37 Pon uno de estos en una vasija sellada, y atraparás el aire congelado alrededor [de él]. Recibe esta destilación en otro recipiente pequeño y profundo. Cierra, calla, espesa, fuerte, limpia, En un tiempo caluroso que puedas hacer Los Rayos del Sol, o el Lunar. 

38 Cuando el Vaso esté lleno, selle bien la boca y al menos la Chispa celestial vuele al aire [abierto]. 

39 Llena tantos vasos como quieras llenar, lo que harás después, aprende y guarda silencio. 

40 Construye un pequeño horno, coloca tu recipiente Medio lleno de aire [que has recogido], ciérralo. 

41 Entonces enciende un fuego, deja que la parte pura más ligera del Humo ascienda con frecuencia; como lo hace la Naturaleza, que siempre mantiene un fuego en medio de la Tierra. Por lo que mueve los Vapores del Aire por siempre circulares. 

42 Sea su fuego tierno y húmedo, dulce como aquel con el que un pájaro sentado eclosiona huevos. 

43 el cual, guardándolo siempre, hizo que no se quemara, sino que horneara [o hierva] el Fruto de oro; Hasta que durante mucho tiempo, agitado por el movimiento, reposa horneado en el Fondo de la Vasija. 

44 A este aire agregue aire fresco No demasiado, pero sí una parte conveniente. 

45 Haz que fluya suavemente, se pudra, se vuelva negro, crezca duro, crezca juntos en uno, y al fijarse se vuelva rojo. 

46 Entonces la parte impura se separa de la pura por la ayuda del fuego y por el Arte divino; 

47 Por fin toma una parte de Pure Air con lo que se une de nuevo la parte pura y dura. 

48 Que se disuelvan, se unan, se oscurezcan levemente , se blanqueen, se endurezcan y al fin se vuelvan rojas. 

49 Este es el final de la Obra; has hecho el Elixir Haciendo todos los milagros que has visto. 

50 Tienes la llave de oro, el oro potable, la medicina de todas las cosas y el tesoro perpetuo. 


 



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